Leyendo
por ahí, encontré un artículo escrito por Mercè Perelló, que me hizo
reflexionar bastante sobre el tema de la gratitud y los valores sociales
actuales. Literalmente dice así:
“Pienso que este refrán transmite una
verdad como un templo, es de buena persona dar las gracias, agradecer. Hoy
en día es bastante raro encontrar personas que agradezcan algo, lo que sea, que
se sientan agradecidas. Más bien ocurre lo contrario, que nos pensamos que
vamos sobrados de educación y que no hace falta gastar energía en algo tan
trivial como transmitir agradecimiento. El ser agradecido tiene mucho que ver
con la educación, pero no entendida como instrucción, sino como algo inherente
a nosotros, algo más genético y hereditario. Hay personas humildes y con pocos
conocimientos que pueden ser los más agradecidos del mundo, y al revés, los hay
de muy buena cuna y buenas maneras de cara a la galería, pero que luego son
unos altivos que no contemplan la palabra gracias en su vocabulario,
porque piensan que el favor recibido es una obligación a ellos debida.
No hay nada que me rebele más que la mala educación de las personas,
y mi indignación hacia los maleducados es directamente proporcional
al nivel social y cultural que estos ocupan. Es evidente, y se constata
desde hace tiempo, que estamos ante una crisis de valores. Palabras tan
normales como por favor y gracias están cayendo en desuso, hasta tal punto, que
cuando escuchas a alguien pronunciarlas parece un poco marciano. Pienso que una
de las claves para ser y mostrarse agradecido es la humildad, el ser
consciente de que una no es el ombligo del mundo, sino simplemente una más”.
Y la verdad, es que lleva toda la
razón del mundo, es raro escuchar un gracias
o un por favor hoy en día, y por esa razón, os quiero deleitar
con una historia preciosa en forma de cuento.
Un Vaso De Leche
Un día, un muchacho pobre que vendía
mercancías de puerta en puerta para pagar su escuela, encontró que sólo le
quedaba una simple moneda de diez centavos, y tenía hambre. Decidió que pediría
comida en la próxima casa.
Sin embargo, sus nervios lo traicionaron
cuando una encantadora mujer joven le abrió la puerta. En lugar de comida pidió
un vaso de agua. Ella pensó que él joven parecía hambriento así que le trajo un
gran vaso de leche. Él lo bebió despacio, y entonces le preguntó, "¿Cuánto
le debo?”No me debes nada," contestó ella. "Mi madre siempre nos ha
enseñado a nunca aceptar pago por una caridad". Él dijo…: "Entonces,
te lo agradezco de todo corazón."
Cuando Howard Kelly se fue de la
casa, no sólo se sintió físicamente más fuerte, si no que también su fe en Dios
y en los hombres era más fuerte. Él había estado listo rendirse y dejar todo.
Años después esa joven mujer enfermó
gravemente. Los doctores locales estaban confundidos. Finalmente la enviaron a
la gran ciudad, donde llamaron a especialistas para estudiar su rara
enfermedad. Se llamó al Dr. Howard Kelly para consultarle. Cuando oyó el nombre
del pueblo de donde ella vino, una extraña luz llenó sus ojos. Inmediatamente
subió del vestíbulo del hospital a su cuarto. Vestido con su bata de doctor
entró a verla. La reconoció en seguida. Regresó al cuarto de observación
determinado a hacer lo mejor para salvar su vida.
Desde ese día prestó atención
especial al caso. Después de una larga lucha, ganó la batalla. El Dr. Kelly
pidió a la oficina de administración del hospital que le enviaran la factura
total de los gastos para aprobarla. Él la reviso y entonces escribió algo en el
borde y le envió la factura al cuarto de la paciente. Ella temía abrirla,
porque sabía que le tomaría el resto de su vida para pagar todos los gastos.
Finalmente la abrió, y algo llamo su atención en el borde de la factura.
Leyó estas palabras...: "Pagado
por completo hace muchos años con un vaso de leche - (firmado) Dr. Howard
Kelly".
Lágrimas de alegría inundaron sus
ojos y su feliz corazón oró así: "Gracias, Dios por que Tu amor se ha
manifestado en las manos y los corazones humanos."
Y recuerda...
"No hay en el mundo exceso mas bello, que el de la gratitud"
Jesús Merino García
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