Algunas
veces las luchas son lo que necesitamos en la vida. Si la naturaleza nos
permitiese progresar por nuestras vidas sin obstáculos, nos convertiría en inválidos.
No podríamos crecer y ser tan fuertes como podríamos haberlo sido.
Cuánta
verdad hay en esto, cuántas veces hemos querido tomar el camino corto para
salir de dificultades, tomando esas tijeras y recortando el esfuerzo para poder
ser libres.
Necesitamos
recordar que nunca recibimos más de lo que podemos soportar y que a través de
nuestros esfuerzos y caídas, somos fortalecidos así como el oro es refinado con
el fuego.
Nunca
permitamos que las cosas que no podemos tener, o que no tenemos, o que no
debamos tener, interrumpan nuestro gozo de las cosas que tenemos y podemos
tener. Nunca pensemos ni nos enfoquemos en lo que no tenemos, disfrutemos cada
instante de cada día por lo que tenemos y nos ha sido dado.
Os
dejo con un cuento que seguro que os gustará.
La Lección De La
Mariposa
Un hombre encontró un capullo de una
mariposa y se lo llevó a casa para poder ver a la mariposa cuando saliera del
capullo.
Un día vio que había un pequeño
orificio y entonces se sentó a observar por varias horas, viendo que la
mariposa luchaba por abrirlo mas grande y poder salir.
El hombre vio que la mariposa
forcejeaba duramente para poder pasar su cuerpo a través del pequeño agujero,
hasta que llegó un momento en el que pareció haber cesado de forcejear, pues
aparentemente no progresaba en su intento.
Parecía que se había atascado.
Entonces el hombre, en su bondad, decidió ayudar a la mariposa y con una
pequeña tijera cortó al lado del agujero para hacerlo más grande y ahí fue que
por fin la mariposa pudo salir del capullo. Sin embargo, al salir la mariposa
tenía un cuerpo muy hinchado y unas alas pequeñas y dobladas.
El hombre continuó observando, pues
esperaba que en cualquier instante las alas se desdoblaran y crecería lo
suficiente para soportar al cuerpo, el cual se contraería al reducir lo
hinchado que estaba.
Ninguna de las dos situaciones
sucedieron y la mariposa solamente podía arrastrarse en círculos con su
cuerpecito hinchado y sus alas dobladas. Nunca pudo llegar a volar.
Lo que el hombre en su bondad y apuro
no entendió, fue que la restricción de la apertura del capullo y la lucha
requerida por la mariposa, para salir por el diminuto agujero, era la forma en
que la naturaleza forzaba fluidos del cuerpo de la mariposa hacia sus alas, para
que estuviesen grandes y fuertes y luego pudiese volar.
La libertad y el volar solamente
podían llegar luego de la lucha. Al privar a la mariposa de la lucha, también
le fue privada su salud.
Jesús Merino García
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